El Marqués de Sade en la obra de Luis Buñuel

Este es el último post de la serie dedicada a las personas que más han influido en la obra de Luis Buñuel y lo hacemos precisamente con el más importante de todos ellos: Donatien Alphonse François de Sade, más conocido como Marqués de Sade que nació el 2 de junio de 1740 en París y murió el 2 de diciembre de 1814 en Chareton-Saint-Maurice.
Marqués de Sade
A los veintiocho años yo era anarquista, y el descubrimiento de Sade fue para mí absolutamente extraordinario. No tuvo nada que ver con la erotología, sino con el pensamiento ateo. Resulta que lo que había sucedido, hasta aquel momento, es que pura y sencillamente me habían ocultado la libertad, me habían engañado totalmente referente a lo que era la religión y, sobre todo, acerca de la moral. Yo era ateo, había perdido la fe, pero la había reemplazado con el liberalismo, con el anarquismo, con el sentido de la bondad innata del hombre, y en el fondo estaba convencido de que el ser humano tenía una predisposición a la bondad echada a perder por la organización del mundo, por el capital, y de pronto descubrí que todo eso no era nada, que todo eso podía existir... y que nada, absolutamente nada, debía tenerse en cuenta como no fuese la total libertad con que si le diera la gana podía moverse el hombre, y que no había bien y que no había mal. Figúrate lo que eso representa para un anarquista. Lo extraordinario es que entonces, el veintinueve, es cuando comprendí la razón de ser de mi afición, de mi gusto, de mi compenetración con el surrealismo. Sade influyó más que nadie, no sólo en mí, sino en los surrealistas, en el surrealismo[1].
La influencia que ejerció sobre mí fue, sin duda, considerable. A propósito de La edad de oro, en que las citas de Sade saltaban a la vista, Maurice Heine escribió un artículo contra mí, afirmando que el Divino Marqués se sentiría muy disgustado. En efecto, él había atacado a todas las religiones, sin limitarse, como yo, solamente al cristianismo. Respondí que mi propósito no era respetar el pensamiento de un autor muerto, sino hacer una película[2].
El Marqués de Sade aparece como tal en
La vía láctea
En Sade descubrí un mundo de subversión extraordinario, en el que entra todo: desde los insectos a las costumbres de la sociedad humana, el sexo, la teología. En fin, me deslumbró realmente[3].
Me sentí igualmente muy impresionado por el testamento de Sade, en el que pide que sus cenizas sean arrojadas en cualquier parte y que la Humanidad olvide sus obras y hasta su nombre. Desearía poder decir lo mismo de mí. Encuentro falaces y peligrosas todas las ceremonias conmemorativas, todas las estatuas de grandes hombres. ¿Para qué sirven? Viva el olvido. Yo solamente veo dignidad en la nada...[4]

Aunque normalmente se le conoce como novelista, también fue un filósofo. Actualmente es imposible comprender a Buñuel sin Sade....Sólo conociendo a Sade se puede uno imaginar y saber su influencia sobre Buñuel.[5] Buscando bien, se encontrarían por todas partes más que alusiones, citas...todo está influido por Sade.[6] Lo que más interesaba a Buñuel del Marqués era...su integridad moral, que le permitía separar...la imaginación de la realidad.[7] Para Buñuel, la filosofía de Sade es la que mejor ha sabido entender y explicar al hombre y al hombre en el mundo...[8]
"De Sade procede el mayor impulso moral que recibió su obra, hasta el punto de proporcionarle unos valores de recambio frente a los inculcados por los jesuitas. Lo peculiar de su caso no es...la elección del modelo, sino su forma de asimilarlo...La evolución de Fabre a Sade es una de las claves del tránsito de Buñuel entre Un perro andaluz y La edad de oro, ya que poco antes de rodar ésta leyó "Las 120 jornadas de Sodoma"[9]
Ilustración de una obra de Sade
Buñuel fue el primero en llevar Sade a la pantalla de cine, y además de forma literal, en La edad de oro.La obra de Buñuel, al igual que la de Sade, contiene en sí un llamamiento a la rebelión, en la medida en que ambos no hacen sino describir con el detalle y la precisión de un entomólogo todos los mecanismos que oprimen al hombre, sin dejar traslucir el más mínimo rastro de sensiblería fácil hacia los que, a todas luces, son las víctimas de esa opresión.[10]
Los surrealistas reivindicaron plenamente la figura del Marqués de Sade. Elaboraron una leyenda en torno a su nombre por diferentes causas: su aspecto revolucionario, su ansia de libertad, su oposición a los valores tradicionales, por la reivindicación del deseo sin límites o por ser la personificación permanente del escándalo. 
En la persona de Sade se dan cita algunos de los más altos ideales que el movimiento surrealista tenía como suyos: la liberación del deseo, la necesidad de una nueva moral, la poesía como liberación, la revolución. La admiración que Sade despertaba en los surrealistas no venía solo de su obra, sino también de su vida, que estaba marcada por un continuo escándalo y rebeldía. Los surrealistas verían en su vida ese estado de furia que querían tener como divisa.[11]
A partir de la lectura de Las 120 jornadas de Sodoma  en 1929, poco antes de la realización de La edad de oro, la figura de Sade estará presente en toda su obra. De Sade proceden las ideas que con más claridad cree haber expuesto en sus películas: la asociación indisoluble entre el amor y la muerte, el placer y el dolor; la duda profunda de la existencia de Dios y la convicción, no menos profunda, de que si existe es un malvado, ya que favorece el vicio; la asociación de la religión con el mal y de Cristo con Satán; el poder de la imaginación como espuela del deseo y la libertad de la imaginación frente a la esclavitud del hombre; la pretensión del hombre de ser dueño absoluto de sí mismo y la imposibilidad eterna de conseguirlo; el conflicto entre el orden del libertino y el orden de la normalidad...[12]
Paso a extenderme en algunos de estos:
§  La dualidad sadomasoquista: el dolor en el placer y el placer en el dolor.[13]
Belle de jour: azotando a Severine
No hay un deseo o fantasía...que no haya sido descrito...en las novelas de Sade. Libertino muy consciente y concienzudo...lo probaba todo hasta que le tomaba gusto. Esto que se admite en casi todas las esferas (fumar, beber, comer...) conoce una excepción cuando del sexo se trata." Pero Sade pensaba que con el sexo se podía hacer igual y utilizó la imaginación para ampliar esos placeres, dando rienda suelta a su imaginación y cruzando todas las barreras que la religión, la decencia, el humanitarismo, etc. se ponen en medio. Fue un pensador que no se detenía ante los convencionalismos más enraizados, criticando sin miramientos toda autoridad, humana o divina.[14]
Donde Buñuel ha llevado más lejos estos temas es en Belle de jour, aunque hay muestras en otras películas: Él, El fantasma de la libertad
§  Ambos están emparentados por una idea: el erotismo se asocia siempre a las ideas de muerte y destrucción.[15]
Erotismo y muerte, eros y thanatos, son palabras claves para el entendimiento del Buñuel sadista. El ataque social de Sade por medio de una moral subversiva que él relacionaba con la práctica de un ateísmo libertino y de un profundo erotismo, lo recoge Buñuel y lo concibe también en la relación erotismo, religión y muerte.[16]
Buñuel y Sade están unidos por una idea: el erotismo se asocia siempre a las ideas de muerte y destrucción...(Este tema ha sido tratado en un post anterior)
Los ambiciosos: el gobernador necesita
el ambiente adecuado para el "sacrificio"
§  La religión. Ambos parten de unos orígenes comunes: una profunda devoción inculcada por la tradición familiar, el ambiente de sus años de juventud y la educación con  los jesuitas. Ambos desembocaron en el ateísmo.[17]
La influencia de Sade en Buñuel se ha producido sobre todo por su lado teológico. La influencia de Sade en este aspecto es tan grande, "que casi todas las grandes convicciones religiosas del realizador proceden de él. Lo que sucede es que las asumió de tal manera que parecen suyas. Se lo sabía de memoria, como ningún otro autor, dando lugar en su cine a una auténtica transustanciación doctrinal...En realidad, lo más importante no es la gravitación de tal o cual pasaje de un libro de aquel sobre esta o la otra secuencia del realizador, sino el efecto de impregnación total, la coincidencia de propósitos y talante."[18]
“Todos sus argumentos...sobre la existencia de Dios y su ateísmo, más tarde los encontré en Sade, y mi admiración creció al ver que se sabía a Sade casi de memoria. La fuerza y convicción con que hablaba me hacían creer que nacían de él mismo, y no pude sospechar que fueran tomados de otra persona.” [19]
Buñuel ha retomado en su obra buena parte de la temática religiosa sadiana, además de incorporar algunas imágenes, como la del Diálogo entre un sacerdote y un moribundo, que se ha convertido en una constante. Sin embargo, el ateísmo de Buñuel es muy anterior a la lectura de Sade.[20]
Una de las pequeñas diferencias entre Buñuel y Sade estriba en que el cineasta sólo demuestra desconfiar de la religión católica mientras que el filósofo ataca todas las creencias...
Ensayo de un crimen: A veces quisiera
ardientemente ser un gran santo. Otras veces,
veo con certeza que puedo ser un gran criminal.
§  La imaginación es totalmente libre, aunque el hombre no lo sea.[21]
El modo que tenía Sade de poner la imaginación en libertad ha sido posiblemente su mayor logro. Existen partes de la imaginación que son un tabú para el hombre. Partes a las que la sociedad y la civilización han puesto coto y permanecen inaccesibles. Pero Sade acabó por derribar todas las fronteras, por abrir todas las puertas. La revelación que supone para Buñuel el hecho de que la imaginación es totalmente libre, aunque el hombre no lo sea, es uno de los puntos de contacto más importantes, probablemente el mayor, entre Sade y Buñuel, una de las marcas más profundas del escritor y del cineasta.[22]
Buñuel, siguiendo la estela de Sade, traslada al cine, en la medida en que los productores se lo permitieron, toda la potencialidad de una imaginación en la que todo tiene cabida. Buñuel y Sade supieron abrir en el cine y en la literatura la puerta de lo maravilloso que, paradójicamente, con tanta insistencia cierran en ocasiones estas dos artes empeñadas en reflejar siempre la realidad...[23]
El concepto de imaginación en libertad es claro en Sade y Buñuel, pero resulta complicado trazar una frontera perfecta entre imaginación y realidad y saber con certeza dónde empieza una y dónde acaba otra.
La obra de Sade permitió a Buñuel derribar las barreras que su educación católica habían levantado en su imaginación y adentrarse en el ejercicio de la libertad en cuya senda se había introducido con el surrealismo.[24]
Uno de los temas sadianos que Buñuel plasma con frecuencia y en muy diferentes formas en muchas de sus  películas está en la frase:”Criminal en la virtud y virtuoso en el crimen”. No se puede encontrar casi ninguno de los personajes principales de sus obras que no esté contagiado de esta epidemia de “criminal en la virtud y virtuoso en el crimen...como Nazarín es un virtuoso, pero es un criminal en la virtud…a raíz de su caridad, él producía o causaba el mal, por ejemplo con los obreros...o Viridiana...En esos casos se es criminal en la virtud, son criminales ejerciendo una virtud. Ejerciendo la caridad se comete el mal.”[25] Y otros de sus personajes son unos virtuosos en el crimen como Archibaldo de la Cruz. En su filmografía encontramos:
Criminal en la virtud: Nazarín quiere trabajar solo
 por  la comida, lo que ocasiona la muerte de
un trabajador.
·        Virtuosos en el crimen: el Jaibo de Los olvidados, Francisco en Él y Archibaldo en Ensayo de un crimen.
·        Criminales en la virtud (se puede hacer el mal ejerciendo la caridad cristiana): Viridiana, Nazarín, Simón del desierto. [26]
Sade aparece en la filmografía citado de forma literal en algunas ocasiones, pero en sus películas comerciales lo integrará narrativamente y así pasan un tanto desapercibidos. Las obra de Sade que más se cita es Diálogo entre un sacerdote y un moribundo y después La filosofía en el tocador. La primera sobre todo, quizá por el propio terror del realizador hacia la muerte y por otro porque en él se reflejan las razones que condujeron a Buñuel a perder la fe. Citemos como más evidentes:
·        La edad de oro: Convierte al Duque de Blangis en Jesucristo al final de la película y lo cita casi literalmente (Las 120 jornadas de Sodoma): "Para celebrar la más bestial de las orgías se habían encerrado en este castillo...cuatro criminales profundos y reconocidos...El primero y el principal de los cuatro organizadores, el duque de Blangis". Y el personaje que se ve es Jesucristo. Modot, el protagonista de la película, es posiblemente la primera encarnación del héroe sadiano en el cine.
·        La hija del engaño: El protagonista se alegra de las desgracias ajenas y se entristece con la felicidad de los demás. En el lecho de muerte no perdona a su esposa moribunda. (Diálogo entre un sacerdote y un moribundo)
Nazarín:...piensa en el cielo que te espera...
Lucía: no..no..sólo quiero a Juan
(Diálogo entre un sacerdote y un moribundo)
·        Una mujer sin amor: Diálogo de un sacerdote y un moribundo.
·        Los ambiciosos: El personaje del gobernador es de inspiración sadiana. Para acostarse con la protagonista necesita toda una liturgia de velones, etc. Cuando María Félix entra le dice: "Todo está a punto para el sacrificio".
·        Nazarín: En el pueblo que padece epidemia de peste Nazarín está con una moribunda y le pide que piense en el cielo y ella sólo quiere ver a su amado, rechazando la religión. (Diálogo entre un sacerdote y un moribundo) La diferencia en este diálogo entre Buñuel y el Marqués, está en que los surrealistas, aunque no creían en Dios, creían en el amour fou, Sade no. Buñuel: En Nazarín hay un eco de la obra de Sade "Diálogo entre un sacerdote y un moribundo", ...aunque en el "Diálogo" el moribundo vence al cura, y en Nazarín la muchacha sigue diciendo: "No quiero cielo. Quiero a mi amante, quiero la tierra, quiero a Juan". Es un poco distinto aunque dentro del mismo espíritu[27].
·        Abismos de pasión: El espíritu de Sade se percibe en el cuestionamiento que se hace del papel de la religión y en la atmósfera de pulsiones desatadas que recorre toda la película. Sugiere nexos entre algunos pasajes de la Biblia y Sade.
El discreto encanto de la burguesía: el obispo
confiesa al moribundo...
·        La muerte en este jardín: El padre Lizardi acude a la cárcel a conceder el perdón a un condenado a muerte. El preso se niega a recibir ningún tipo de perdón alegando que no tiene nada de que arrepentirse.(Diálogo entre un sacerdote y un moribundo)
§  Simón del desierto: El espíritu de Sade está presente  de forma fragmentaria y discreta, cuando empieza a recitar un pasaje del Libro de la Sabiduría que a Buñuel le parecía digno de Sade. En otro momento el diablo en forma de mujer le pregunta si le perdonaría Dios si se arrepiente y querrá retribuirle su primitiva gloria. Simón le responde que no y que seguirá así por los siglos de los siglos.
·        La vía láctea: Se opone a Sade y a Cristo. En esta película Buñuel hace la cita más explícita de Sade a través de sus obras Justine y Las 120 jornadas de Sodoma. En la discusión sobre el ateísmo en el restaurante de Tours se pasa a un calabozo donde está el Marqués de Sade que está adoctrinando a una joven: "No hay Dios. Todas las religiones parten de un principio falso..."Éste declara que ha venido a traer la espada y no la paz: "Deja de lado tus dioses y tus religiones; todo eso no sirve más que para poner el hierro en la mano de los hombres".
...Y luego lo mata (Diálogo entre un sacerdote...)
·        Belle de jour: El duque necrófilo y su "misa negra". En la película abundan las escenas de sado-masoquismo. Buñuel: El carácter sadiano del personaje de Husson (Michel Piccoli) queda definido de un plumazo en Belle de jour cuando, dirigiéndose a la más que deseable Renée, le espeta “¿Sabes que cicatrizas muy bien.[28]
·        Robinson Crusoe: Con un diálogo entre Robinson y Viernes sobre el libre albedrío. Viernes le dice que si Dios es más poderoso que el Diablo por qué no lo mata y que si Dios permite que exista el diablo por qué se enoja cuando pecamos. Inspirado en Diálogo entre un sacerdote y un moribundo.
·        El discreto encanto de la burguesía: El obispo–jardinero es requerido para darle la extremaunción a un moribundo. El obispo descubre que es el asesino de sus padres y le da la absolución y luego lo mata de un escopetazo. (Diálogo entre un sacerdote y un moribundo)
·        Él: Los intentos de coser el sexo de la protagonista están extraídos de La filosofía en el tocador.
·        Los olvidados: El personaje de Jaibo es de inspiración sadiana.
·        En el guión de El monje, Buñuel ha añadido un personaje que no está en el libro y que es al mismo tiempo Gilles de Rais y Sade. En la película una niña se llama Juliette y rechaza a su madre a favor del lujo. El Duque se encoleriza ante una niña llamada Alice al saber que ya tiene once años: "¡Es terrible la rapidez con la que envejecen las mujeres! ¡A los once años ya son viejas pretenciosas!”
El fantasma de la libertad: el masoquista necesita
un ambiente apropiado, su público
·        Là-bas: El sacerdote Docre acude a la cabecera de un moribundo  que solicita el perdón de su pecados al ver que se acercan sus últimos momentos. Al enterarse el sacerdote que está en pecado mortal lo asesinará. (Diálogos entre un sacerdote y un moribundo)
·        En Susana y Abismos de pasión Buñuel se recrea subvirtiendo el moralismo cristiano–burgués de sus encargos comerciales con una carga moral sadiana. En los labios de los protagonistas respectivos de estos filmes, Susana y Alejandro, frecuentemente parece aflorar la frase del personaje sadiano: "¡Qué voluptuosidad la de destruir!"
·        En Ensayo de un crimen y Él vuelve a encarnar al héroe sadiano, aunque subvertido, a su vez, como ya sucedía con Modot, con el humorismo buñueliano. Con estas dos películas Buñuel rinde un homenaje a lo más le interesa, en su madurez, del Marqués de Sade: su modo de poner la imagen en libertad total, de no negarle nada sobre el papel; sobre la pantalla, Buñuel reactualiza en el cine la misma potencialidad de la imaginación de permitírselo todo.[29] Es inevitable pensar en Sade en secuencias como cuando Archibaldo le dice a Carlota: "A veces quisiera ardientemente ser un gran santo, otras veces veo con certeza que puedo ser un gran criminal.”
·        En El fantasma de la libertad, se mezcla cómicamente, el erotismo con el anticlericalismo en una escena en la que se conjunta la visión de unos monjes que juegan a las cartas con medallas y escapularios, con el proceso sádico de la flagelación erótica.[30]
La edad de oro: Cristo en el papel del criminal
duque de Blangis, en una cita casi literal de
Las 120 jornadas de Sodoma
·        Ese oscuro objeto del deseo: La interpretación del personaje de Conchita por dos actrices, una que encarna la dimensión más espiritual y otra que encarna la más pasional, producen una inmediata relación con los personajes Justine y Juliette del Marqués de Sade y su dicotomía de la mujer como representación de la virtud y el vicio.[31]


[1] Max Aub: Conversaciones con Buñuel. Aguilar, 1985, Pág. 68
[2] Luis Buñuel: Mi último suspiro. Plaza & Janés, 1982, Pág. 212
[3] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, Pág. 28
[4] Luis Buñuel: Mi último suspiro, Plaza & Janés, 1982, Pág. 212
[5] Artela Lusuviaga en Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, Pág. 479
[6] Ado Kyrou en: Manuel Alcalá: Buñuel (Cine e ideología), Edicusa, 1973, Pág. 133
[7] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, Pág. 224
[8] Juan J. Vázquez : Los enigmas de un sueño En: Luis Buñuel. Los enigmas de un sueño, Diputación General de Aragón, 2000, Pág. 18
[9] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, Pág. 219
[10] Manuel López Villegas: Sade y Buñuel, Instituto de Estudios Turolenses, 1998, Pág. 143
[11] Manuel López Villegas: Sade y Buñuel, Instituto de Estudios Turolenses, 1998, Pág. 46
[12] Juan J. Vázquez : Los enigmas de un sueño En: Luis Buñuel. Los enigmas de un sueño, Diputación General de Aragón, 2000, Pág. 18
[13] Manuel López Villegas: Sade y Buñuel, Instituto de Estudios Turolenses, 1998, Pág. 69
[14] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, Pág. 223
[15] Manuel López Villegas: Sade y Buñuel, Instituto de Estudios Turolenses, 1998, Pág. 76
[16] Elena Gascón-Vera: La imaginación sin límites: Sade en Buñuel. En: Turia, nº 26, noviembre, 1993, Pág. 159
[17] Manuel López Villegas: Sade y Buñuel, Instituto de Estudios Turolenses, 1998, Pág. 96
[18] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, Pág. 222
[19] Artela Lusuviaga en Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, Pág. 479
[20] Manuel López Villegas: Sade y Buñuel, Instituto de Estudios Turolenses, 1998, Pág. 96
[21] Manuel López Villegas: Sade y Buñuel, Instituto de Estudios Turolenses, 1998, Pág. 154
[22] Manuel López Villegas: Sade y Buñuel, Instituto de Estudios Turolenses, 1998, Pág.: 154
[23] Manuel López Villegas : Criminales imaginarios. En: Luis Buñuel. Los enigmas de un sueño, Diputación General de Aragón, 2000, Pág. 57
[24] Manuel López Villegas: Sade y Buñuel, Instituto de Estudios Turolenses, 1998, Pág. 159
[25] Artela Lusuviaga en Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1985, Pág. 469
[26] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, Pág. 222
[27] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel, Plot, 1993, Pág. 28
[28] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, Pág. 24
[29] Víctor Fuentes: Buñuel en México, Instituto de Estudios Turolenses, 1993, Pág. 115
[30] Elena Gascón-Vera: La imaginación sin límites: Sade en Buñuel. En: Turia, nº 26, noviembre, 1993, Pág. 159
[31] Elena Gascón-Vera: La imaginación sin límites: Sade en Buñuel. En: Turia, nº 26, noviembre, 1993, Pág. 166

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