Las mujeres en la vida de Luis Buñuel:Sus amores II (1925-1946)
Buñuel se marcha a París en 1925. Aunque pueda parecernos extraño, el futuro creador de Un perro andaluz, (Un Chien andalou, 1929) y La Edad de oro (L'âge d'or, 1930), está un tanto escandalizado del comportamiento de las mujeres parisinas, tan diferente al de las españolas de la época. Hemos de recordar que Buñuel era muy conservador para determinadas cuestiones. No obstante pronto conocerá a la que llegará a ser su mujer.
Jeanne Rucar (1908-1994)
Al poco de llegar a París (1925) conoció Luis a Jeanne, que estaba con unas amigas, en el estudio del pintor Joaquín Peinado. Buñuel pensó que eran prostitutas y Peinado tuvo que convencerlo de lo contrario. A partir de entonces empezó a cortejarla. Era joven, deportista con medalla olímpica y muy guapa. Cuando empezó a salir con Jeanne todavía no había roto con Concha Méndez.
Jeanne y Luis de novios |
Se veían una o dos veces por semana. Una de las primeras cosas que hizo Buñuel fue prohibirle que siguiera practicando la gimnasia “porque mostraba las piernas”. También le prohibió practicar el piano, probablemente para que no viera más al profesor que según parece era atractivo. Eran los síntomas del celoso español que formaban parte de la personalidad del futuro realizador. Tan celoso era ya que cuando viajaba para España le decía a su madre que no debía salir, salvo con algún amigo de su confianza.
“Luis iba a Estados Unidos, yo lo esperaba. Luis iba a España, yo lo esperaba. Siempre hemos sido muy amigos, así siempre. No hubo líos. Ha sido un caso muy raro.”[10]
Se hicieron novios y en 1934 Jeanne se queda embarazada. Por sus cartas se deduce que Buñuel no sabía lo que hacer. Apenas contestaba y dilataba la respuesta. Es posible que la causa de todas esas dudas se llamase Josefina de la Torre. Su hermana Conchita le presiona y al final se casan, tras ocho años de noviazgo y sin invitar a los padres. Como hombre celoso, sus amigos la veían poco, parecía como si la escondiera.
Creo que merece la pena recordar lo que opinaba Jeanne de su marido años después de su fallecimiento:
Única foto de la boda |
En 1934, mientras Jeanne estaba embarazada en París preparando la boda, Buñuel tenía “otro amor” aquí en España:
Josefina de la Torre Miralles (1907-2002)
Josefina era hermana del escritor Claudio de la Torre, amigo de Buñuel de los días de la Residencia de Estudiantes y que le había conseguido un puesto en París como doblador al español en la Paramount.
De gran belleza y muy dotada: pianista, actriz, atleta, cantante y poeta, había colaborado en La Gaceta Literaria, había publicado dos libros de versos y era, a juzgar por sus fotografías, una Lee Miller en versión española, aunque más atlética
Es posible que Josefina y Luis se conocieran por primera vez en París a raíz de una visita de la joven a su hermano en los estudios de la Paramount en 1931. Lo cierto, en todo caso, es que la atracción fue mutua cuando, en junio de 1934, la canaria fue contratada por la empresa para doblar y otros menesteres.
Josefina de la Torre |
Según declaraciones de la actriz: “la relación trascendió el plano meramente profesional, hasta el punto de que algunos familiares aseguran que llegaron a hablar de boda. Se trató de algo más que de un flirteo pero desistieron ante la durísima oposición de la madre de Josefina”.
Cabe suponer, de todas maneras, que constituyó para Buñuel un gravísimo problema en momentos en que Jeanne, embarazada de tres meses y al parecer sin saber nada de lo que ocurría, estaba preparando su boda.[12] Josefina declaró: “la atracción fue mutua. Mantuvimos una relación idealizada, que nunca llegó a consumarse por nuestras circunstancias personales.”[13]
Pero eso no es todo porque por aquellos años también había otra mujer. Y esta estaba profundamente enamorada de Luis: Tota Cuevas.
María de las Mercedes Adela Atucha y Llavallol (1887-1970)
Conocida como Tota es la condesa de Cuevas de Vera, nacida en Buenos Aires y casada con el noble español Carlos Caro y Potestad, I Conde de Cuevas de Vera. Entre 13 y 15 años mayor que Buñuel y aunaba una serie de características muy singulares de la modernidad: conexión con la nobleza, dinero, interés por la cultura, las artes y el deporte, la moda, el tabaco y el glamour, residencia en París, cierta militancia política, compromiso con el feminismo, un fuerte sentido proteccionista que les lleva al coleccionismo y al mecenazgo, todo ello aliado a un concepto del amor libre (cuando no fou en el sentido surrealista) que les hace ser profundamente enamoradizas y utilizar su indudable atractivo en todos los órdenes (aunque parece que a Tota le fallaba el físico) para tener una decisiva influencia en las carreras y en las trayectorias de poetas, músicos, cineastas y artistas en general. Se encuentra plenamente integrada dentro del ambiente surrealista y que pertenece al núcleo de influencias en que se desenvuelve Buñuel, dentro de una etapa, entre 1931-32, en la que labrarían su amistad.
Josefina de la Torre |
El peculiar
estilo de Tota Cuevas era ajeno a los prejuicios de su época y de su clase,
exhibía un desenfado poco común y una forma de hablar donde no faltaban las
frases punzantes y las ironías mordaces a la manera de una lady inglesa de
comedia de Oscar Wilde. Su inteligencia ríspida y caústica, decía Roger
Caillois, a menudo disimulaba su verdadera sensibilidad. (Carta a Victoria Ocampo,
4 de septiembre de 1970.)
Ese modo de vida desinhibido resultaba escandaloso para la pacata
sociedad de la época; por los salones circulaban anécdotas dudosas, pero
convertidas en mitos.[13bis]Tota se va a convertir en una de las personas más decisivas de los años oscuros de Buñuel pues, tras los años de máxima intensidad (1934-1936) de su relación, va a reaparecer en varias ocasiones en el período de su exilio americano: en las cartas que se cruzan entre 1938 y 1946 Buñuel y Ricardo Urgoiti el interés del primero por localizarla va parejo a la seguridad que tiene de que puede ser de una gran ayuda económica para sus proyectos de trabajar en el cine y sacar adelante a su familia en tan difíciles momentos.
Tota Cuevas |
Sin embargo desconocemos cuáles eran los sentimientos de Buñuel hacia ella. ¿Sirve de algo este fragmento de otra carta de Tota de 1935: “Viajé bien, pero llegué a la frontera con un duro, ni un céntimo francés. Eres un miserable, Luis, te pedí que me dieras un poco de dinero para el viaje y me quitaste los pocos francos que tenía en la cartera. Todos los hombres son unos sinvergüenzas y la mujer es siempre la sacrificada.”[14]
Los años 30 le dieron por lo que se ve mucho trabajo a Luis Buñuel, pues según cuenta en sus memorias, también tuvo una aventura en Madrid en el año 1935, cuando era productor ejecutivo de Filmófono. Durante el rodaje de La hija de Juan Simón se enamoró de una chica de 18 años.
Conocí en Madrid a una bella figurante de apenas diecisiete o dieciocho años, de la que me enamoré. La llamaremos Pepita. Muy inocente al parecer, vivía con su madre en un pequeño pisito.
Buñuel en 1932 |
Charlamos un rato de cosas intranscendentes, y, luego, me dijo:
¿Vas mañana a la sierra con Pepita?
¿Cómo lo sabes? —pregunté, asombrado.
Estábamos acostados juntos esta mañana, y me lo ha dicho.
—¿Esta mañana?
—Sí. En su casa. Me he marchado a las nueve. Me ha dicho: «Mañana no podré verte, porque voy de excursión con Luis.»
Yo no salía de mi asombro. Evidentemente, el hombre había venido sólo para decirme eso. No podía creerlo. Le dije:
—¡Pero no es posible! ¡Vive con su madre!
—Sí, pero su madre duerme en el cuarto de al lado.
En varias ocasiones, yo había visto a este hombre dirigirle en el estudio la palabra a Pepita, pero nunca le había concedido mayor importancia a la cosa. Me quedé helado.
—¡Y yo que la creía completamente inocente! —exclamé.
—Sí, lo sé —repuso él.
Dicho lo cual, se marchó.
—Mira, Pepita, tengo que proponerte una cosa. Me gustas mucho y quiero que seas mi amante. Te doy dos mil pesetas al mes, sigues viendo con tu madre, pero haces el amor conmigo. ¿Aceptas?
Ella pareció sorprendida, me respondió sólo con unas pocas palabras y aceptó. Seguidamente, le pedí que se desnudara, le ayudé a hacerlo y la estreché, desnuda, entre mis brazos. Pero el nerviosismo, emoción, me paralizaron.
Media hora después, le propuse que fuéramos a bailar. Montamos en mi coche, pero, en vez de dirigirme hacia la Bombilla, salí de Madrid. A unos dos kilómetros de Puerta de Hierro, detuve el automóvil hice bajar a Pepita al arcén y le dije:
—Pepita, sé que te acuestas con otros hombres. No me digas que no. Así que adiós. Ahí te quedas.
relaciones terminaron aquel día. Volví a verla varias veces en el estudio, pero no le dirigí la palabra más que para indicaciones puramente profesionales. Y así terminó mi historia de amor.
Para ser sincero, me arrepentí de mi actitud y todavía lamento haberla adoptado entonces.
En la época de nuestra juventud, el amor nos parecía un sentimiento poderoso, capaz de transformar una vida. El deseo sexual, que le era inseparable, se acompañaba de un espíritu de aproximación, de conquista y de participación que debía elevarnos por encima de lo meramente material y hacernos capaces de grandes cosas.[15]
Luego vino la Guerra Civil, Filmófono se acabó y la familia Buñuel se fue a París. De allí se fueron en 1938 a EE. UU y es en este país donde se produjo el último enamoramiento conocido:
Rosita Díaz Gimeno (1911-1986)
Actriz española que estuvo casada con el hijo del presidente de la República Juan Negrín. Se conocieron en la época en que Buñuel trabajó para la Paramount en Joinville (París) y luego, durante el exilio, se hicieron amigos en EE. UU., donde Rosita y su marido Juan Negrín Jr. fueron los padrinos del bautizo de Rafael, el hijo de Buñuel, en 1940.
Jeanne Rucar, la mujer de Buñuel, dijo de ella: «Era una mujer guapa, con personalidad, a Luis le encantaba. Desde antes eran amigos de Luis pero yo los conocí en Nueva York... Tenían bastantes joyas. Nos hicimos íntimos».[16]
Rosita y Buñuel, 1940 |
Javier Durán señala que: Buñuel andaba loco por los huesos de esta mujer con ideas, nada dispuesta a ser igual que Jeanne (la esposa del cineasta y sufridora de su machismo)... Buñuel y Rosita tenían el imán del cine, e incluso el director aragonés pensó en ella para una serie de proyectos entre Nueva York y Buenos Aires que no llegaron a cuajar. Rosita Díaz no tenía nada que ver con el prototipo de mujer que sobrevivía en la España de posguerra: llegó a ser del consejo asesor de Lengua y Literatura Romances de la Universidad de Princeton.[18]
De sus años en México, su mujer opina que le fue fiel. Yo la verdad no pondría la mano en el fuego:
· Cuando filmaba en Cuernavaca recibió Buñuel una carta de una mujer que vivía en la plaza de los Vosgos que le decía: “Si continúas ignorándome voy a tomar a tu hijo como amante.”[19]
· Jeanne Moreau se enamoró de su inteligencia tras trabajar en Diario de una camarera y habría querido tener algo con él. Así lo confesó.
· Cuando rodaba Ese oscuro objeto del deseo: Sucedió... una calamidad: me enamoré...Ella es todo: la sensualidad y la inocencia. Moriré y no la olvidaré...[20] Se refiere a Ángela Molina, evidentemente.
Por diversas razones– en el primer lugar de las cuales se encuentra, sin duda, mi timidez–, la mayoría de las mujeres que me gustaban permanecieron inaccesibles para mí. Sin duda también, yo no les gustaba. En cambio, me ha ocurrido verme perseguido por algunas mujeres hacia las que yo no me sentía atraído. Esta segunda situación me parece más desagradable aún que la primera. Prefiero amar que ser amado...[21]
Para ver Las mujeres en la vida de Luis Buñuel: Sus amores I (1900-1924)
Para ver Las mujeres en la vida de Luis Buñuel: Sus amores I (1900-1924)
[9] Ian Gibson: Luis Buñuel. La forja de un cineasta universal. 1900-1938, Aguilar, 2013, pág. 187
[10] Max Aub: Conversaciones con Buñuel, Aguilar, 1984, pág. 331
[11] Es una composición de lo contenido en: Jeanne Rucar de Buñuel: Memorias de una mujer sin piano. Alianza editorial, 1990. Está sacado del post de este blog: Buñuel visto por…Jeanne Rucar
[12] Ian Gibson: Luis Buñuel. La forja de un cineasta universal. 1900-1938, Aguilar, 2013, págs. 569-70
[13] José Manuel Martín Fumero: Las otras voces de la lírica insular de vanguardia, Universidad de La Laguna, pág. 342
[13bis] Juan José Sebreli: Cuadernos, Editorial Sudamericana, 2010, ebook, s/p
[13bis] Juan José Sebreli: Cuadernos, Editorial Sudamericana, 2010, ebook, s/p
Ángela Molina |
[15] Luis Buñuel: Mi último suspiro. Plaza & Janés, 1982, Pág.145-6
[16] Fernando Gabriel Martín: El ermitaño errante. Buñuel en Estados Unidos, Tres fronteras ediciones, 2010, pág. 503
[17] Fernando Gabriel Martín: El ermitaño errante. Buñuel en Estados Unidos, Tres fronteras ediciones, 2010, pág. 503-5
[18] Javier Durán: Luis Buñuel y Negrín Jr. cómplices en el exilio, La provincia, 23/12/2011. Tomado de la web: http://ocio.laprovincia.es/cine/noticias/nws-42803-luis-bunuel-negrin-jr-complices-exilio.html
[19] Jeanne Rucar: Memorias de una mujer sin piano, Alianza, 1991, pág. 105
[20] Francisco Sánchez: Siglo Buñuel. Pág. 164
[21] Luis Buñuel: Mi último suspiro. Plaza & Janés, 1982, Pág.145
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