Nazarín, 1958

Cuando en 1957 Barbachano Ponce me propuso una película, consideramos varias posibilidades…Finalmente me decidí por Nazarín, que me interesaba como tipo humano, como con­flicto espiritual, religioso, moral, etc. Era una obra escrita ochenta o noventa años antes pero que podía situarse en México en el periodo del dictador Porfirio Díaz y las situaciones segui­rían siendo parecidas. Además podía introdu­cir muchos elementos personales, y más de hoy, sobre el cristianismo, la caridad.[1]
Nazarín es un hombre fuera de lo común y por el que siento gran afecto…Es un Quijote del sacerdocio, y en lugar de seguir el ejemplo de los libros de caballería. sigue el de los Evangelios. En vez de tener al escudero Sancho Panza, es acompañado por dos mujeres, que son un poco sus «escuderas». Al mismo tiempo, Beatriz podría ser la Mag­dalena y Andara ser la una versión femenina de San Pedro (por ejemplo: Pedro saca la espa­da cuando prenden a Cristo; Andana golpea a un guardia cuando apresan a Nazarín)[2]
Si, Nazarín es quijotesco. pero la diferencia es que Don Quijote a veces está loco y a veces no. y Na­zarín siempre está cuerdo. Tampoco es un revolucionario, aunque quizá un día podrá ser un revolucionario puro y un tanto inocente. Nazarín acaso termine creyendo más en el in­dividuo que en Dios o la sociedad. Yo también creo más en el individuo que en la sociedad.[3]
Entre las películas que he realizado en México, Nazarin es, cierta­mente, una de las que prefiero. Por otra parte, fue bien recibida, no sin ciertos equívocos que se referían al verdadero contenido de la pe­lícula. Así, en el festival de Cannes, donde obtuvo un Gran Premio In­ternacional creado especialmente para esta ocasión, estuvo a punto de recibir también el Premio de la Oficina Católica.[4]

Buñuel tenía los derechos de la novela y ya pensó en rodarla en 1948, pero como tantas otras veces el proyecto se vino abajo. Era una novela que tenía mucho interés en llevar a la pantalla, pero hubo que esperar hasta el 14 de julio de 1958 para empezar el rodaje en los estudios Churubusco y en varios pueblos cercanos a Cuautla, Morelos. El guion lo escribió con Julio Alejandro, en un momento en que tenía muchos problemas con su oído. Las variaciones que hay entre las dos versiones del guion que se conservan demuestran el interés de Buñuel por por resaltar los aspectos críticos con la religión. Tuvo cinco semanas para rodarla, bastante más de las tres semanas habituales y consiguió tener al actor adecuado, Paco Rabal, como protagonista. El rodaje tuvo un costo aproximado de 2.000.000 de pesos. Carlos Velo, el representante del productor cuenta: “Buñuel en aquel momento pasaba por una crisis de trabajo en México, y Manolo Barbachano, que tenía sus rasgos así, buenos, de repente dijo: “Pues lo que hay que hacer es dejarle a este hombre hacer la película que le dé la gana, aunque luego no sirva para nada, pero que haga lo que quiera.”[5]
Nazarín y la Chanfa
Se suele decir que el montaje duró también más de lo habitual, tres meses, aunque conociendo las costumbres de Buñuel en este punto, parece un poco exagerado. Ese esmero también puede extenderse al equipo de que se rodeó, aunque no se advierta a primera vista. El gran camarógrafo Gabriel Figueroa fue requerido por el realizador en términos aún más sobrios que en Los olvidados para que dejara de lado su proverbial esteticismo.
Fue también durante este rodaje cuando escandalicé a Gabriel Figueroa, que me había preparado un encuadre estéticamente irreprochable, con el Popocatepelt al fondo y las inevitables nubes blancas. Lo que hice fue, simplemente, dar media vuelta a la cámara para encuadrar un paisaje trivial, pero que me parecía más verdadero, más próximo. Nunca me ha gustado la belleza cinematográfica prefabricada, que, con frecuencia, hace olvidar lo que la película quiere contar y que, personalmente, no me conmueve. [6]
Julio Alejandro, coguionista: "Fue muy estimulante y con enseñanzas enormes. Gabriel Figueroa llegó un poco antes a una locación cerca de Cuautla, Morelos, era un paisaje espléndido con el volcán Popocatépetl de fondo.
Llegó Buñuel, vio aquello y le dijo: -No, por favor Gabriel, dale vuelta a la cámara quiero el páramo.
Esto me enseñó mucho, no estaba yo tan capacitado o tan metido dentro de las cosas, porque después que vi la escena comprendí claramente que uno de los elementos que le daban valor a la escena era ese fondo de páramo detrás de esta atmósfera.
Sobre todo porque es la escena posterior en donde Nazario pone en su lugar al tirano Coronel, quien reprime a un humilde campesino por no saludar al paso. Es clara la intención de eliminar el panorama preciosista para no distraer, para hurgar más en el personaje y no en el paisaje."[6bis]
Nazarín expone su forma de ser
Mediante ese control de "lo bonito" Nazarín se benefició de una fotografía polvorienta, terrestre, verídica, que fusiona con sus grises el suelo y el cielo, al hombre y su hábitat. Ese tratamiento visual quedó reforzado por el hábil decorado de Edward Fitzgerald, que no oculta cierto toque de reconstrucción artificial en consonancia con el apacible y ficticio refugio de Nazarín en el que se inicia la cinta…La cámara de Buñuel va pegada a la tierra, y apenas se permite una estrecha franja de cielo, como es habitual en su cine. [7]
Todo lo anterior significa que Nazarín fue una de las obras más “cuidadas” de Buñuel hasta ese momento. Se estrenó el 4 de junio de 1959 en el cine Variedades y permaneció en cartelera 6 semanas, siendo el mayor éxito de su carrera hasta entonces. En España no se estrenaría hasta 1969 y en sala de Arte y Ensayo.
Buñuel sitúa la acción durante la dictadura de Porfirio Díaz y radicalizó el conflicto, presentado por Galdós, entre religión y humanismo, pues la novela había nacido en un período de crisis en la vida de este escritor anticlerical, en que se operó una aproximación e interés idealista hacia la religión. En la obra de Buñuel, en cambio, Nazarín supuso una profundización de los temas ya expuestos críticamente, a través del padre Lizardi en La muerte en este jardín. De modo que su padre Nazario vino a ser una prolongación, más densa y acabada, de aquel religioso.
La alucinación de Andara
En el film no hay en ningún momento befa anticlerical, pues el personaje es presentado como modélico desde el punto de vista de la observancia del Evangelio. De tal modo que el film propone una doble y simultánea lectura: por una parte, Nazarín representa la autenticidad de la fe y la fidelidad a Cristo, mostrando la dificultad terrenal de una verdadera praxis cristiana, de ser consecuente con sus creencias. Pero, por otra, la película arroja luz sobre la irracionalidad social de la fe, toda vez que la práctica estricta del Evangelio provoca desgracias humanas y agrava los sufrimientos. El episodio que ilustra más cristalinamente lo dicho es la escena en que el protagonista, hambriento, se emplea en la construcción de una vía férrea, renunciando a un salario y sólo a cambio de comida...Buñuel articula la película, por lo tanto, a partir del postulado acerca de la imposibilidad de sustituir la solidaridad y la justicia social por la caridad, apareciendo por lo tanto Nazarín como una versión religiosa del idealismo del Quijote...En la última escena Nazarín toma conciencia y se inicia su crisis  de fe. A partir de ese final, Nazarín dudará.[8]
Nazarín fracasa en su intento de
trabajar a cambio de la comida
Octavio Paz supo interpretó las intenciones del realizador: " En Nazarín, con un estilo que huye de toda complacencia y que rechaza todo lirismo sospechoso, Buñuel nos cuenta la historia de un cura quijotesco, al que su concepción del cristianismo no tarda en oponerlo a la Iglesia, la sociedad y la policía...Su locura consiste en tomar en serio las grandes ideas y las grandes palabras y tratar de vivir conforme a ellas. Es un loco que se niega a admitir que la realidad es la realidad y no una atroz caricatura de la verdadera realidad...Todos aquellos a quienes se acerca lo rechazan: unos, los poderosos y los satisfechos, porque lo consideran un individuo peligroso y antisocial; otros, las víctimas y los perseguidos, porque necesitan otro y más efectivo género de consuelo...En la cárcel, entre presidiaros y asesinos, sobreviene la revelación última: tanto la “bondad” de Nazarín como la “maldad” del sacrílego, son inútiles en este mundo donde reina como valor supremo la “eficacia”. En suma, fiel a la tradición del loco español, Buñuel nos cuenta la historia de una desilusión. Para Don Quijote la ilusión era el espíritu caballeresco; para Nazarín el cristianismo. Pero hay algo más. A medida que, en sus andanzas por montes y poblados, la imagen de Cristo palidece en la conciencia de Nazarín, comienza a surgir otra: la del hombre. Buñuel nos hace asistir, a través de una serie de episodios ejemplares, en el buen sentido de la palabra, a un doble proceso: el desvanecimiento de la ilusión de la divinidad y el descubrimiento de la realidad del hombre. Lo sobrenatural cede el sitio a algo maravilloso: la naturaleza humana y sus poderes...Nazarín rechaza la limosna de una pobre mujer para, tras un momento de duda, aceptarla, no ya como dádiva sino como signo de amistad. Nazarín, el solitario, ha dejado de estar solo: ha perdido a Dios pero ha encontrado el amor y la fraternidad."[9]
Buñuel al final de su vida corrigió un poco a Octavio Paz al afirmar que sí cree que Nazarín es cristiano y que no piensa que sea justo decir que al final su fe se desploma, añadiendo: Una fe de tal fuerza  y pureza, pensemos lo que pensemos, no se derrumba fácilmente. Ciertamente, la fe de Nazarín vacila, es "tocada" peligrosamente, puede ceder, de hecho, pero también puede renacer."[9bis]
Volverá a fracasar en su intento
de salvar a la enferma
Con no menos agudeza, Carlos Fuentes analiza al protagonista de la película: "Nazarín, santo, bufón y loco, decide imitar a Cristo. Y ésta, que a primera vista parecería su virtud, pronto se revela como su escandalosa transgresión. Nazarín es un criminal porque aspira al sumo bien, al superior ejemplo personal de una sociedad que se llama cristiana pero que impide y de hecho condena la práctica concreta del cristianismo. La imitación de Cristo conduce al buen padre Nazarín directamente a la riña, la burla, la superstición, los celos, el odio, la injusticia y la cárcel. Antes de poner a prueba su fe, Nazarín sabe que Cristo individualiza la redención, la pone al alcance de todos. Pero después de su experiencia, sólo sabe que la imitación de Cristo, en cada circunstancia y frente a todos los poderes, supone el escándalo, el desorden, la revolución. La vía cristiana de Nazarín lo convierte en el enemigo del orden… La solución de Nazarín parece, a primera vista bastante obvia. El sacerdote pierde la fe en Dios pero gana la confianza en el hombre.  Sólo los hombres redimirán a los hombres. Esto es lo importante. Aunque lo hagan en nombre de Dios. O contra Dios.[10]
La contraposición entre la honestidad en el comportamiento de Nazarín y las consecuencias sociales de sus actos individuales es la base sobre la que se asienta la enorme virulencia del film, pero lo subterráneo del planteamiento paso desapercibido para muchos. Todos los personajes de la película, están al final de la misma, en peores condiciones que al principio. Nazarín preso, Andara en la cárcel, Beatriz con Pinto.
El amor entre Ujo y Andara
El fracaso de Nazarín se ve en la incapacidad del personaje de prestar ayuda cuando se lo piden Beatriz y Andara. En su lugar mira un caracol. También fracasa como sacerdote como se ve en la escena de la moribunda  por la peste. La inutilidad de su bondad, o, incluso, sus aspectos perjudiciales constituyen uno de los temas vitales en Buñuel, pues el director no concibe una moral abstracta, tal como la imagina Nazarín, sino aplicada  a un caso concreto y a un mundo concreto.[11]
Consagrado por completo a su sacerdocio, este cura de los pobres que quiere vivir la lección de Cristo con toda la sinceridad de su fe, choca al mismo tiempo con las exigencias de la moral práctica y las de la ética religiosa.
Cada uno de sus gestos, alimentado por la más pura intención y asumido según la más absoluta autenticidad, desemboca en una catástrofe tanto para los demás como para él mismo. Reza para salvar a un niño enfermo, y el chico se cura, con lo que todos ven en él a un taumaturgo. Acepta la presencia de Andara y Beatriz queriendo hacerlas comulgar con Dios, pero no tarda en darse cuenta de que ambas buscan su amor de hombre.[12]
Si se fijan ustedes, hay mucho amor humano en Nazarín. El de Beatriz y El Pinto. el del enano por Andara, el de las dos mujeres por Nazarín. Y el de la muchacha moribunda.[13]
Nazarín ajeno a los problemas de los demás
No me resisto a añadir lo que Max Aub escribió referente a este tema del amor: "No hay en toda la obra de Buñuel escenas de amor tan tiernas como las del enano Ujo y la prostituta Andara. Nunca llegará a tanta ternura ni en diálogo ni en imagen. El amor en Luis Buñuel—como en todo arte manierista—solo se comprende entre contrarios, y aquí no hablo del viejo y la niña, tan frecuentes en su obra, ni del rico y el pobre, del bruto y la paloma, sino del contrahecho y la mujer pública, amor solo roto por la imposibilidad física del enano al no poder seguir la cuerda de presos. Lo monstruoso llega al alma con una ternura "evangélica" que pocas veces sobrepasara el genio cinematográfico de Buñuel. Ujo solo, abandonado en el polvo, es tan desgarrador o más que Charlot, tantas veces abandonado. Y aquí, milagrosamente, la unión de lo irreconciliable no es ni repugnante ni perversa. Damos precisamente en el blanco en el que se unen, como quería André Breton, la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, lo alto y lo bajo (en todos sentidos). Desaparece la contradicción por un momento, en y por el amor."[14]
Aunque en la película se manifieste más la calma del ateo que la furia del anticlerical, y Buñuel proceda con enorme autocontrol y honestidad, no permitiéndose ni la rabia ni la mala fe, el sentido de la película es, sin embargo, inequívoco, por más que su gran riqueza de matices se preste a multitud de sugerentes lecturas.
Buñuel se mueve en una doble y astuta estrategia subrayada por Buache: el cristianismo sincero y puro de Nazarín denuncia el catolicismo oficial y profesional; su fracaso, a su vez, en un segundo movimiento envolvente, deja al descubierto las débiles bases del cristianismo incluso sincero.
El problema de Nazarín es que, subyugado como está por el Nuevo Testamento como Don Quijote por los libros de caballerías, se ve arrastrado a un desgarramiento entre lo divino y lo humano, ya que su naturaleza no es doble, como la de su modelo... En Nazarín se expresa esa ruptura… al mostrarnos un Ecce Homo riéndose a carcajadas con todos los atributos de la pasión.[15]
La crítica de Buñuel se ha desarrollado en un doble plano: por un lado, ha hecho estallar las contradicciones de una actitud orgullosamente humilde, mostrando a la caridad cristiana como inoperante cuando no nociva; por el otro, ha utilizado la inocente experiencia de Nazarín para descubrir el fariseísmo culpable del cristianismo instalado en el confort de la oficialidad y sosteniendo a los propietarios, los jueces, los coroneles...Y cuando este relato desprovisto de acompañamiento musical llega a su término, el redoble del tambor subraya la donación de la piña nos hace más sensibles al hundimiento de las ilusiones de este personaje que, bruscamente, nace a la verdadera vida descubriendo su soledad original, su libertad. Todos los elementos narrativos o poéticos del film convergen hacia esta imagen última, de una belleza límpida.[16]
Nuevo fracaso de Nazarín. El "sacrílego" le
dice: "usted pa'l lado bueno y yo pa'l malo
ninguno de los dos servimos para nada
El problema de Nazarín –como el de todos los servidores de Dios- estriba en que dice amar a todos sus semejantes, pero como le ocurrirá igualmente a Simón, el amor a las cosas del cielo le impide fijarse en las cosas de la tierra. Mientras Andara y Beatriz le están pidiendo ayuda, Nazarín únicamente es capaz de fijarse en un caracol. Su incapacidad humana le lleva a prestar más atención a un pobre caracol que a las dos mujeres, a la vez que asegura que todas las cosas de la tierra son depositarias de su amor.[17]
La película es de una gran dureza, sin concesiones. Apenas oímos la risa, cosa extraña en su cine. El paradigma cervantino y galdosiano, subyacente en el filme, es desbordado por un pesimismo desolador que nos lleva a la picaresca, a Gracián y a Sade. Del arquetipo cristiano de la pasión de Cristo, sólo están presente, en el sentido latente del film: el cáliz amargo, la esponja de vinagre y la lanza en el costado...Nazarín podría ser un Cristo desmitificado…
En medio de la desolación y muerte, la sombra de Sade, como redentora, viene a suplantar a la de Cristo, llevándose un triunfo que Nazarín creía suyo. Se trata de la escena de la mujer agonizante. El beso mediante el cual se funde con su amante es otra de las grandes imágenes, en el cine de Buñuel, del triunfo del amor más allá de la muerte.[18]
El final de la película es ambiguo. "Sólo partiendo del reconocimiento de dicha ambigüedad es posible leer este final. Nunca llegamos a saber lo que piensa o siente Nazarín, únicamente sabemos lo que vemos, por lo cual el signo queda abierto a cualquier interpretación."[19]
Beatriz se va con el Pinto, sin
ver a sus antiguos compañeros
A Nazarín llega un momento en que le falla todo. Además él mismo es contradictorio. El cree en la limosna, ha predicado a favor de ella. Al final, cuando una pobre mujer le da una piña, se niega a aceptarla. Para mí. allí Nazarín falla, porque está rechazando lo que ha sido cl principio de su vida, sus creencias. Y se va llorando…Esa actitud de Nazarín me intriga tanto como a ustedes. Y me conmueve. ¿Qué va a ser de este hombre, después de tan tremendas experiencias? No sé…
Lo que yo sí puse, porque por razones sindicales había que usar alguna músi­ca, fue el redoble de los tambores de Calanda. Y me pareció bien ponerlos por razones de intuición. de sentimiento, no por dar alguna significación.[20]
Buñuel tiene el mérito de haber reconciliado en torno a Nazarín  a los más rabiosos anticlericales y a los verdaderos cristianos...Nazarín resultó demasiado puro para ser hombre y demasiado humano para ser Dios; por eso parecía dejar satisfechos a críticos antagónicos; por eso parecía consolar a todos, y eso era lo que más preocupaba a Buñuel.[21] Mientras, los ateos militantes la calificaban de magistralmente blasfema, la película estuvo a punto de recibir el premio de la Oficina Católica Internacional del Cine en el Festival de Cannes de 1959.
Duda y lágrimas al final de Nazarín
Pertenezco, y muy profundamente, a la civi­lización cristiana. Soy cristiano por la cultura si no [sic] por la fe. Ya sé que Nazarín puede ser vista como una "película" y hasta "catolicísima". En Cannes hubo tres votos a favor y cinco en contra cuando se pro­puso darle un premio católico. Un día. Federi­co Amérigo, el jefe de producción de la pelí­cula, me dijo que debía irme a Nueva York porque allí el cardenal fulano me iba a premiar la película. Me negué. No es una película católica ni anticatólica. El protagonista no quiere evangelizar, no desea convertir a nadie. Quiere ir por los campos, vivir de limosna, pero no es un misionero, no busca hacer prosélitos. Claro, lo impulsa su creencia, su ideología. Lo que me conmueve es lo que pasa dentro de él cuando esa ideología fracasa, porque donde Nazarín interviene, aun con la mejor voluntad sólo provoca conflictos y desastres.[22]
Pero ese equívoco fue sólo pasajero, como lo demostrarían los films realizados por Buñuel a continuación: Viridiana, Simón del desierto y La vía láctea, donde el realizador desarrollaría sus principales ideas con más fuerza.
Una carta dirigida por Buñuel a su amigo Rubia Barcia resume perfectamente la visión del realizador sobre su película:
Creo que Nazarín ha resultado una buena película. He tenido libertad total para realizarla. Y, como siempre, no he pensado si puede o no gustar a las gentes. Conservo los tipos o caracteres tal como los ha descrito Galdós, pero la tendencia, la línea oculta, el sentido de las andanzas del curita está buñuelizado y puesto al día. No he caído en la paráfrasis del evangelio por estimarla truco fácil y “demodé”. Y, al final, la DUDA y no el Espíritu Santo desciende sobre Nazarín. El film está hecho en cinco semanas, lo cual quiere decir que comparado con las grandes películas de por ahí, parecerá un poco pobre de producción. Cuánto daría por tener ya su opinión sobre la película, pues yo en realidad cuando hago un film sólo pienso en el efecto que pueda hacer en mis verdaderos amigos.[23]

Escena  final de  Nazarín  que ha suscitado tantas interpretaciones
Para ver La adaptación cinematográfica de Nazarín


[1] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág.103
[2] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág. 103-4
[3] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág. 107
[4] Luis Buñuel: Mi último suspiro.  Plaza & Janés, 1982, Pág. 210
[5] Carlos Velo en Max Aub: Conversaciones con Buñuel. Aguilar, 1985, Pág. 408
[6] Luis Buñuel: Mi último suspiro. Plaza & Janés, 1982, Pág. 210
[6bis] Luis Buñuel y Julio Alejandro: Nazarín, Instituto Politécnico Nacional, 1996, págs: 8-9
[7] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1984, Pág. 217
[8] Roman Gubern: Cine Español en el exilio. Lumen, 1976, Pág. 136
[9] Octavio Paz: El cine filosófico de Buñuel. En: AA. VV.: El ojo. Buñuel, México y el Surrealismo, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1996, Pág. 35-6
[9bis] Víctor Fuentes: Volviendo a Nazarín en su 50 aniversario. En Turia, nº 88, feb. 2009, pág. 179
[10] Carlos Fuentes. Prólogo en: Fernando Cesarman: El ojo de Buñuel. Anagrama, 1976, Pág. 23
[11] Antonio Castro: El pensamiento cinematográfico de Luis Buñuel. En: La imaginación en libertad. Editorial de la Universidad Complutense, 1981, Pág. 33
[12] Freddy Buache: Luis Buñuel. Guadarrama, 1976, Pág. 112
[13] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág. 109
[14] Max Aub: Luis Buñuel, novela, Cuadernos del Vigía, 2013, pág. 250
[15] Agustín Sánchez Vidal: Luis Buñuel. Ed. J.C., 1984, Pág. 217
[16] Freddy Buache: Luis Buñuel. Guadarrama, 1976, Pág. 106
[17] Antonio Castro : Evolución y permanencia de las obsesiones en Buñuel.En : Obsesión es Buñuel. Pág. 356
[18] Víctor Fuentes: Buñuel: Cine y Literatura. Salvat, 1989, Ed. Antonio Castro, 2001, Pág. 127
[19] Antonio Monegal: Luis Buñuel de la literatura al cine. Anthropos, 1993, Pág. 159
[20] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág. 106
[21] Eduardo Lizalde: Luis Buñuel: Odisea del demoledor. Universidad Autónoma de México, 1962, Pág. 27
[22] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, Pág. 105
[23] Carta de Luis Buñuel( 24/9/58) en: José Rubia Barcia: Con Luis Buñuel en Hollywood y después. Edicios do Castro, 1992, Pág. 70

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