La Duquesa de Alba y Goya (1937) vs. Goya (1926)

En 1937 Buñuel recupera el tema del guion Goya de 1926 y escribe una sinopsis en inglés (Goya and the Duchess of Alba) para la Paramount de Paris y que, aunque era una reelaboración del guion anterior, tiene considerables diferencias con el mismo. Puesto que su intención era que se produjera en Hollywood, los aspectos melodramáticos y aventureros se acentúan. Quería hacer un filme espectacular en el mejor sentido de la palabra, con suficiente movimiento e intriga para resultar comercial. 
Durante mucho tiempo se creyó que era una reducción o reelaboración del precedente, pero se trata de un trabajo diferente, con situaciones y psicologías opuestas, aunque las fuentes son por supuesto idénticas. El caso más emblemático es el episodio de la sordera de Goya, que el escritor Valle Inclán le había sugerido personalmente a Buñuel y que está recogido por el historiador Carlos Iriarte: en el primer guion el hecho está reducido a una nota sin relieve[1], en el segundo forma parte del desarrollo narrativo.[2]

Según Aranda, Buñuel le dijo: Me parece pésima. La hice para ver si podía vendérsela a la Paramount. Por este detalle se ve que la idea de hacer cine comercial no estaba ausente de su pensamiento. En efecto, Goya sería un film espectacular en el mejor sentido de la palabra, con suficiente movimiento e intriga para resultar “comercial”. Como sucede en los que ha realizado posteriormente, en este film aparece diluido mucho material valioso. Los personajes están defini­dos en una situación histórica, política y social ; en el diálogo aparecen frases significativas a este respecto. L'amour fou se repite en las figuras de Goya y la duquesa. El fetichismo de los zapatos, tan frecuente en los films de Buñuel, surge en uno de los miembros de la familia de Carlos IV, con el vicio de robarlos y almacenarlos en un enorme armario (detalle que no aparece en la sinopsis pero que pertenece al proyecto según Leyda). Las alusiones autobiográficas tampoco faltan: Goya presentaba una constitución física parecida a la de Buñuel ; ambos nacieron en pueblecitos cercanos uno del otro. La dramática escena, muy elaborada, en que Goya se da cuenta de su sordera es muy significativa ; Buñuel em­pezaba a sentir las primeras manifestaciones de la suya por aquellos años. Por todo esto consideramos interesante esta sinopsis… Por su parte, Jay Leyda la califica de magnífica.[3]
Goya
Esta versión en clave de amour fou… no dista tanto como pudiera parecer de La edad de oro o sus respuestas en La Revolution Surréaliste (n. 12, 15-12-1929) a la encuesta sobre el amor. Un amor que salta por encima de cualquier obstáculo, como se dice en la sinopsis: “Abrazados estrechamente se juran eterno amor, un amor que cruzará todas las barreras, incluso las de casta so­cial”. Aunque Buñuel haya cargado un tanto las tintas hacia la españolada (toreros, Inquisición, ambientes castizos), esta pasión que tensa la obra y su tono francamen­te de autorretrato en no pocas ocasiones mediante la figura interpuesta de Goya, ha­cen un tanto injusto el severo juicio de Buñuel sobre este texto, seguramente aumen­tado por el contraste entre la versión de 1927 [1926] y esta otra, de la que no sería sino una adaptación comercial pro pane lucrando. Llevado al celuloide hubiera deparado numerosas sorpresas, sin duda.[4]
En 1946, en los últimos momentos de su estancia en Hollywood y mientras se encontraba en precaria situación económica intentó vender de nuevo el guion a la industria hollywoodiense pero no lo consiguió. 

Goya, 1926
La duquesa de Alba y Goya, 1937
PRIMERA ETAPA. Zaragoza:
Interior de un taller de pintura. Los jóvenes le piden al maestro salir antes para prepararse porque están convencidos de que serán ellos los que van a llevar a la virgen del Pilar en la procesión. El profesor termina por aceptar.
Cuando salían llega Goya, otro alumno del taller, que les informa que serán ellos los que la lleven y lo celebran. La carroza de la Duquesa de Alba se detiene porque no puede pasar. Se asoma y su mirada se cruza con la de Goya. Este queda impresionado y la joven Duquesa se ruboriza. La carroza sigue su camino.
Aparece Fray Gerónimo y Goya le pregunta por la dama y se lleva un disgusto al saber que pertenece a la nobleza.
Goya y su amigo José entran en una taberna donde están los mozos que pretendían también llevar a la Virgen en la procesión. Se palpa la tensión. Beben y se marchan.
Anochece. Sale la procesión. Goya y sus amigos llevan la Virgen del Pilar. En un balcón ve a la Duquesa de Alba entre otras personas. Esta también le ve y pregunta a fray Gerónimo por su identidad.
Pedrucho y los jóvenes que han fracasado en su intento de llevar a la Virgen están preparándose para entrar en acción. Mientras la Duquesa le pide al fraile que le hable de Goya y este le cuenta cómo un día que pasaba por Fuendetodos camino de Zaragoza se lo encontró pintando y al ver su habilidad le pidió que le acompañara a Zaragoza para aprender.
Pedrucho y su grupo atacan a los que llevan la Virgen y empieza la lucha. Goya se enfrenta a Pedrucho, cuando alguien apuñala a este por la espalda. Llega la patrulla y Goya no puede escapar. De pronto se abre una puerta y una mano le hace entrar. Es la Duquesa que le pide que huya por el patio. El pintor está sorprendido, pero finalmente huye.
Buñuel propone 2 finales para esta etapa:
1º) El marido de la Duquesa ha seguido a su esposa y hace entrar al corregidor con la intención de que prenda al joven, pero no encuentra a nadie. Goya huye de la ciudad.
2º) Goya besa la mano de la Duquesa que se queda turbada. El pintor huye de la ciudad y de la justicia. Se queda sin dinero y pasa penalidades. Se une a unos torerillos y consigue ganar algo de dinero. Desaparece durante unos años, los de su formación como pintor, y volverá a aparecer en Madrid.

SEGUNDA ÉPOCA. Madrid:
La pradera de San Isidro, llena de gente divirtiéndose, también la Reina y el Rey que está de caza.
Una sala del palacio, donde Godoy da órdenes a sus secretarios mientras tontea con una joven. Llega un correo de la Reina que le comunica que quiere verle.
Día siguiente en el Real Sitio de Aranjuez. La Reina acompañada de sus damas, entre las que está la Duquesa de Alba, espera impaciente la llegada de Godoy. El rey se prepara para ir de caza. Llega Godoy y el Rey se lo lleva con él, ante el disgusto de la Reina, pero Godoy le dice que volverá pronto.
Al poco de partir Godoy le comunica al Rey que tiene que volver porque la Reina le reclama. Esta ha despedido a la Duquesa de Alba y espera al primer ministro, pero la curiosidad de aquella la hace volver sobre sus pasos y al abrir la puerta ve a Godoy junto a la Reina, reposando la cabeza en su regazo e inmediatamente cierra la puerta asustada por su indiscreción. La Reina la ha visto y está preocupada, pero Godoy la tranquiliza y le dice que lo solucionará.
La pradera de San Isidro, el 1 de mayo. Está poblada de gente. Entre los presentes está la reina maya del año, Primorosa, rodeada de sus amigos y admiradores. Se le acerca Apodaca, un hombre temido que la pretende, pero Primorosa le rechaza. Apodaca invita a todos a un trago en el quiosco de la alameda.
En una de las mesas están D. Antonio Malaspina, perteneciente a la nobleza, con dos amigos planeando una conjura contra Godoy. Primorosa canta una canción y Malaspina queda prendado de ella y se le acerca a decirle una galantería, cosa que sienta mal a Apodaca que saca un cuchillo, pero Primorosa impide que la lucha comience.
Llega Goya e invitado por los majos, toma un vaso de vino con ellos. Apodaca se da cuenta de que Primorosa solo tiene ojos para Goya. El grupo de Malaspina llama al pintor, que se acerca e ellos y les muestra los dibujos que traía sobre Godoy, los cuales alegran a los tres amigos.
Primorosa se acerca a la mesa y le pregunta a Goya que cuando le va a hacer un retrato como le prometió y como parte del pago le da la rosa de reina maya, lo que provoca los celos de Apodaca, que saca de nuevo el cuchillo para herir al pintor, pero Malaspina y sus amigos se lo llevan, olvidándose los dibujos en la mesa. Apodaca se apodera de ellos.
Vemos la zona de la pradera con Goya, que se alegra al ver llegar la carroza de la Duquesa de Alba. Se acerca y la acompaña a dar un paseo alejados de la multitud. Se nota que está enamorado de ella. La Duquesa le cambia la margarita que lleva por la rosa que Primorosa le había entregado al pintor y le pide que vaya a su casa a terminar el retrato.
Cuando la Duquesa iba a subir a su carroza para marcharse, se le acerca Primorosa y le arrebata la rosa y la pisotea. Mientras la Duquesa se marcha, Primorosa se queda insultando a Goya por haberle entregado su rosa.
D. Antonio Malaspina aparece, se lleva al pintor y le comunica que los dibujos han desaparecido y teme lo que puedan hacer con ellos, pero Goya intenta tranquilizarlo y le dice que hará otros.
Casa de Primorosa, donde Apodaca está intentando convencerla de que escriba una carta a Goya pidiéndole que acuda a recoger sus dibujos. Ella, que no quiere que le ocurra nada a Goya, recela algo, pero al final escribe la nota.
Al día siguiente, cuando el pintor se dirige a casa de la Duquesa para terminar el retrato, un chiquillo le entrega una nota. Al pedirle que describa a la persona que le ha entregado la nota, Goya deduce que es Apodaca.
Palacio de la Duquesa de Alba. Goya llega y empieza a pintar el retrato, pero ella se cansa y le dice que lo deje. Se sientan juntos y después salen al jardín.
Noche. La calle donde vive Primorosa. Apodaca y sus sicarios preparan una emboscada a Goya. Primorosa se da cuenta e intenta avisar al pintor, pero Apodaca no la deja y la maltrata. Ella le muestra su odio y le deja claro que nunca la tendrá. Llega Goya y es herido en la lucha. Después aparece la justicia que se los lleva junto con los dibujos.
Primorosa se queda llorando en su casa. Sueña que se encuentra en un abrupto paisaje y que cae en el abismo y que la Inquisición condena a Goya. Cuando despierta decide ir a ver a la Duquesa pare pedirle que salve al pintor.
Primorosa llega al palacio de la Duquesa y la informa de los hechos: que está herido y detenido. Aquella parece mostrar indiferencia y se marcha, pero vuelve e insiste y la Duquesa al final se conmueve y la sienta a su lado.
Recibe una carta de Godoy y pide su carroza para ir a verle, aunque sabe lo que le va a pedir. La Duquesa está dispuesta a irse a Sevilla por uno o dos años si a cambio liberan a Goya, cosa que Godoy acepta.
La carroza de la Duquesa se detienen delante del estudio de Goya y sube a despedirse del pintor que está en cama y le dice que va a estar fuera un tiempo pues tiene varias cosas que hacer. Se marcha.
Dos posibles finales de etapa:
1º) Goya le saca la verdad a Rosario, la criada de la Duquesa. Se levanta de la cama y a caballo la alcanza y se introduce en la carraza con ella.
2º) Se queda triste en su casa pensando que todo ha terminado entre ellos.

TERCERA ETAPA. Burdeos:
Moratín y otros desterrados españoles charlan. Aparece Goya, ya anciano. Moratín le dice que le va a llevar una joven para que le enseña. Aunque en principio no le gusta la idea, termina aceptando.
Estudio del pintor. Goya recuerda diversos momentos de su vida pasada y de la Duquesa de Alba, ya fallecida hace tiempo. Llega Moratín con la joven, que deja al pintor sorprendido por su parecido con la Duquesa. Hay simpatía mutua. Goya la sienta a su lado, la atrae hacia su pecho y le acaricia el cabello.
Tres finales para esta etapa:
1º) Vive feliz con la joven que no le abandona. El pintor presiente su próxima muerte.
2º) La joven se queda el pintor. Beso filial y fundido.
3º) Prescindir el 3er episodio entero y alargar el 2º. La Duquesa sale desterrada, Goya la acompaña. En el camino se rompe la carreta. En Sevilla también los obstáculos se oponen a su amor.
1788. El futuro rey, Carlos IV, es llamado por su padre que sabe próxima su muerte. Advierte a su hijo sobre la responsabilidad de ser rey y le dice que su esposa María Luisa le deshonra.
Su hijo lo pone en duda, con lo que demuestra su escasa inteligencia.
El futuro rey va a ver a su esposa e intenta interrogarla, pero como le tiene miedo, termina por prometerle lo que le pida. Ella le señala por la ventana a un joven teniente de la guardia, Godoy, para que sea su secretario. Él le contesta que cuando sea rey lo hará.
Entra la Duquesa de Alba, mujer de gran belleza, y juntas planean salir de noche disfrazadas de vendedoras para divertirse.
Horas más tarde están las dos entre la multitud divirtiéndose. Una patrulla de vigilantes de la ronda intenta identificarlas. Uno de los vigilantes detiene a María Luisa y al reconocerla le pide perdón, pero la princesa le dice que lo pagará.
Mientras, la Duquesa de Alba huye, pero es arrastrada hacia puerta. Es la casa de Goya, que intenta protegerla primero y luego conquistarla. La lleva a ver sus cuadros y la Duquesa reconoce a Goya y después huye.
Al día siguiente María Luisa hace que detengan al vigilante que la detuvo basándose en una acusación falsa.
Goya recorre Madrid intentando encontrar a la mujer. Entre tanto oye las campanas que le indican que el Rey ha muerto. Carlos IV sube al trono y su esposa nombra a Godoy su secretario, a pesar de las protestas de este por su inexperiencia.
Cuando Godoy ve que la Reina acaricia su pelo, comprende lo que ocurre y astutamente la abraza.
En la corte hay una ceremonia a la que asiste Goya. Se aprecia que tiene el favor de la corte. Le presentan a la Duquesa de Alba, que le pide que la pinte.
Estudio de Goya. Se aprecia que está muy solicitado y su éxito entre las mujeres.
Días después se dirige al castillo de la Duquesa para pintarla. Cuando empieza a preparar el caballete le dice que no quiere que la pinte, que solo quiere que le maquille el rostro.
Godoy (Goya)
Goya se irrita, pero se contiene y obedece. Cuando la Duquesa le pregunta por el precio, él la besa y le estropea el maquillaje, lo que irrita y humilla a la mujer.
Hay ambiente de guerra a causa de la Revolución en Francia. Godoy, que ya es primer ministro, va a ver a la Reina para hablar de asuntos de estado, pero ella enseña su nuevo vestido con el que piensa impresionar a la Duquesa de Alba.
Estamos en el palacio de la Duquesa, donde se celebra un baile. Entra la Reina y la anfitriona la felicita por su vestido. Un momento después entran las sirvientas con las bandejas de refrescos y llevan el mismo vestido que la Reina, por lo que esta se siente humillada y se marcha. Todos los invitados hacen lo mismo. Goya se dirige hacia la Duquesa y esta le conduce al jardín. Intenta consolarla y se ofrece para protegerla. Se ve que se quieren.
Al preguntarle Goya por qué ha actuado así, le respondió que elle y la Reina se entienden a base de odio. Sabe que pronto reaccionará contra ella.
Poco después se inicia un fuego en el palacio y constata que ya ha dado comienzo su venganza.
A la mañana siguiente la Reina manda a la Duquesa al exilio, a su castillo de Andalucía. Por el camino se le rompe el eje de la carroza. Goya llega a caballo con la decisión de irse al exilio con ella. Se declaran su amor. La Duquesa se retira a la carroza para pasar la noche y Goya intenta arreglar la carroza, pero no puede y decide pasar la noche debajo de la carroza. Se inicia una tormenta y el pintor se moja, lo que hace que a la mañana siguiente esté enfermo y sordo.
Unos llegan jinetes con la orden de llevarse a Goya a Madrid como pintor de la corte. Goya parte ante el dolor de la Duquesa.
Posteriormente, en la corte Goya acaba de terminar un retrato de Godoy del que queda muy contento. Goya le pide el perdón para la Duquesa de Alba, pero Godoy le dice que solo la Duquesa puede perdonarla.
Más adelante Goya empieza a pintar el retrato de la familia real. Cuando está casi terminado y solo falta pintar las cabezas, Goya le dice al Rey que para trabajar más tranquilamente debería perdonar a la Duquesa. Su esposa se opone, pero se impone el criterio del Rey y la Duquesa es perdonada.
Goya viaja a Andalucía para verla y anunciarle el perdón, pero la encuentra diferente, distante. Le ve cierta familiaridad con un torero famoso, Costillares. Durante una corrida Goya ve que su amada solo tiene ojos para el torero, por lo que decide regresar a Madrid. La Duquesa sigue con atención la faena del torero, hasta que se da cuenta de que Goya se ha marchado.
La gallina ciega (Goya)
Después de la corrida la Duquesa da una fiesta en su palacio para celebrar el triunfo del torero, pero luego echa de menos a Goya y le pide a todos que se vayan.
En Madrid, Goya está desilusionado y no sale de su estudio. No recibe a los amigos. Se dedica a pintar los “caprichos”, que pueden llevarle a la cárcel. La Duquesa llega al estudio del pintor, pero este no la deja entrar.
Durante su habitual paseo en solitario es atacado y llevado a presencia de la Duquesa que le confiesa que sigue queriéndole. Hacen las paces y aunque ella le pide que abandone Madrid, Goya le contesta que no puede abandonar su carrera.
En la habitación de Godoy entra la Duquesa para pedir perdón por uno de sus sirvientes. Va acompañada de una negrita de 4 años, que jugando, se lleva un papel que había en la mesa de trabajo de Godoy. Ya en el coche se lo da a la Duquesa, que ve que se trata de una carta de la Reina a Godoy y en la que habla del hijo de ambos.
Cuando Godoy se da cuenta de la falta de la carta se lo cuenta a la Reina que está dispuesta a acabar definitivamente con la Duquesa de Alba.
Esta visita a Goya y le comunica que abandona inmediatamente Madrid, pues está en peligro de muerte. Acuerdan partir a la mañana siguiente, pero esa noche Goya no puede dormir. Un criado de la Duquesa llega hasta su casa para informarle que se está muriendo.
El pintor acude y se entera de que ha sido envenenada. Quiere quitarse la vida para unirse a ella, pero esta se lo impide diciéndole que tiene que vivir para su arte.
El pintor se quita su anillo y lo coloca junto al que ella lleva. La mano se convierte en la del retrato de la Duquesa de Alba. Nos encontramos ante su retrato después de muchos años. Goya tiene 80 años. El médico que le atiende le riñe porque no se cuida. Tras reconocerle y ver su estado real de salud le anima diciéndole que vivirá muchos años. Goya no le cree y mirando el cuadro de la Duquesa dice que ella sí.

La Duquesa de Alba (Goya)
La pradera de San Isidro (Goya)
Como se puede apreciar son dos obras bastante diferentes. Las diferencias más apreciables entre ambas obras son:
·   En La Duquesa… no existe la etapa de Zaragoza o de formación del pintor, ni la última en Burdeos. Toda la obra se desarrolla en Madrid, es decir, no aparecen su etapa de juventud ni la vejez.
·  Mientras en Goya es la Duquesa la que ayuda al pintor a huir de la justicia, en La Duquesa… es al revés.
·   En Goya, hay referencias directas a algunas obras del pintor que deben servirle a Buñuel para la ambientación. En La Duquesa… hay referencia a algunas obras del pintor, pero dentro del desarrollo de la narración. No hay ninguna referencia como ambientación.
·  En Goya las tres etapas terminan con varios posibles finales, lo que nos recuerda la ambigüedad de algunos finales de sus películas. En La Duquesa… no ocurre esto.
·       La Duquesa es una obra que denota la experiencia cinematográfica adquirida ya por Buñuel, sobre todo de su etapa de Filmófono: ha reducido las relaciones amorosas de Goya (elimina las de Primorosa-Goya y Apodaca-Primorosa), al tiempo que también elimina personajes, para seguir mejor la línea narrativa.

Sin embargo el eje central de las dos obras es la pasión amorosa entre Goya y la Duquesa de Alba, aunque más acentuada en La Duquesa…
También en ambas obras el odio entre la Reina y la Duquesa es muy importante, así como las relaciones entre Godoy y la Reina.


[1] Se refiere a uno de los 3 posibles finales que plantea Buñuel. Valle–Inclán, que también iba a hacer una película sobre Goya en 1926, renunció a favor de Buñuel, no sin resaltarle: “no olvide hacer constar que Goya se quedó sordo al arreglar el eje de la carreta de la duquesa de Alba.” Buñuel no se olvidó de este consejo y en la versión de 1937, lo convirtió en un elemento clave de la película.
[2] Auro Bernardi: Goya 1926. Il pittore e la duchessa, Saggi Marsilio, 1994, pág. 12
[3] J. Francisco Aranda: Luis Buñuel biografía crítica, Lumen, 1975, págs. 195-6
[4] Agustín Sánchez Vidal en: Luis Buñuel: Obra literaria, Heraldo de Aragón, 1982, pág. 283

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