Buñuel y la elipsis

La elipsis es una figura del lenguaje cinematográfico mediante la que se suprimen determinadas partes de una escena, pero que no impiden la perfecta comprensión de la misma por parte del espectador. Todos los realizadores la utilizan para eliminar las partes de la escena que no tienen ningún interés. Normalmente, en el cine una elipsis tiene una función narrativa (condensar la acción), o metafórica.

Él
Pero en Buñuel, a veces, la elipsis tiene un carácter al mismo tiempo metafórico y narrativo: “En Él, tras la seducción de Gloria, prometida de su amigo, por Francisco, saltamos a una explosión en una montaña. Esa explosión nos avisa sobre lo que tras el beso de Francisco y Gloria espera agazapado, y nos relanza a una nueva situación: el antiguo prometido de Gloria trabaja en el grupo y, bastantes meses después, debe volver a la misma ciudad en la que un amigo le arrebató a su amor.”[1]

Sánchez Vidal señala que los momentos más inquietantes de Buñuel “resultan de añadir al puro efecto físico una dimensión de orden afectivo o moral. Tal sucede en El bruto, donde el carácter subliminal de la secuencia no radica tanto en la inserción de una imagen expresiva cuanto en hacer trabajar la mente del espectador mediante elipsis. Aludo al momento en que Paloma, despechada por el rechazo del Bruto, lo acusa falsamente de intento de violación ante su marido [...] y el espectador tiene buenos motivos para pensar que el Bruto es hermanastro o hijo natural de su patrón […] La elipsis ayuda eficazmente a que la imaginación del espectador se vea involucrada en la evocación de unos golpes que no llega a ver. Pero a ello viene a sumarse una mayor violencia subyacente, pues a esa elipsis óptica o física se superpone una segunda de orden narrativo o moral, ese cortocircuito especulativo que nos hace suponer que el Bruto acaba de matar a su hermanastro o a su propio padre [...] Procedimientos así dotan de toda su fuerza al cine de Buñuel, consolidando esa eficaz e inconfundible imbricación de lo moral con lo físico, sin que un aspecto suponga mengua del otro.[2]
El bruto
Buñuel  recuerda una elipsis que le hubiera gustado filmar para la película La muerte en este jardín y que nos da una perfecta idea del uso de la elipsis por parte del realizador. La idea era original de su coguionista, Raymond Quéneau: “De él era una elipsis muy inteligente que no pude utilizar por nece­sidades de la acción. En un pueblo, los mineros se declaran en huelga y el gobierno envía tro­pas contra ellos. La prostituta va de compras a una tienda. Pide varios artículos y una pasti­lla de jabón. Entonces, afuera, suena el clarín que anuncia la llegada de los soldados, y la prostituta corrige el pedido: «¡Seis pastillas de jabón!» Comprendemos enseguida que la pros­tituta va a tener más actividad profesional, sin necesidad de que diga la vulgaridad de «¡Uf, qué trabajo me espera!», ni de poner una ima­gen demasiado truculenta de una hilera de sol­dados a la puerta de un cuarto de burdel esperando turno.”[3]

Veamos a continuación algunos de los ejemplos más llamativos de elipsis en su obra y que han hecho que muchos le reconozcan como un maestro en el uso de la misma:
·                    Abismos de pasión: Buñuel concentra los nueve primeros capítulos de la novela, relativos a la infancia de los protagonistas en una secuencia, donde estos recuerdan aquella etapa de su vida.
·                    Él: Como ya hemos antes, al final de la primera parte Francisco y Gloria se funden en un beso, que lleva a un oscurecimiento de la pantalla, y al ruido de una gran explosión procedente de una presa en construcción. Esta elipsis produce el efecto de hacer bajar la guardia al espectador, que queda durante unos segundos desconcertado, en los que se ha roto la continuidad lógico–causal y espacio–temporal.[4]
·         Tristana: Después de mostrar Tristana su cuerpo desnudo a Saturno desde el balcón hay una elipsis "sacrílega" hasta las imágenes de Vírgenes de la iglesia donde se celebra la boda de Tristana y don Lope.


·         El fantasma de la libertad: Al comienzo de la película, se pasa de la escena de la profanación de la tumba por las tropas de Napoleón, que escenifica la leyenda de "El beso" de Bécquer, a su lectura en la época actual por parte de Muni.                   
·         La vía láctea: Los dos jóvenes pasan de una época a otra simplemente cambiándose de ropas.
·         La edad de oro: Tras besarse los amantes sobre el fango y ser separados violentamente por la policía. El plano siguiente muestra al protagonista, escoltado por dos policías unos dos mil años después.
·         Simón del desierto: La cámara muestra el cuadrilátero de lo alto de la columna vacío y pasando del siglo V al siglo XX en el plano 
siguiente.

Como es fácil comprender, estos son quizás los ejemplos más llamativos o atrevidos, pero su obra está plagada de cientos de ejemplos mucho más sutiles.






[1] Xavier Bermúdez : Buñuel: espejo y sueño. Ediciones La Mirada, 2000, pág. 73
[2] Agustín Sánchez Vidal: El mundo de Luis Buñuel. Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, pág. 47
[3] Tomás Pérez Turrent y José de la Colina: Buñuel por Buñuel. Plot, 1993, pág. 100
[4] Víctor Fuentes: Buñuel: Cine y Literatura. Salvat, 1989, pág. 106

Comentarios

Entradas populares de este blog

Las dos Conchitas de Ese oscuro objeto del deseo (1977)

Las Hurdes: ¿documental?, ¿manipulación?, ¿distorsión?, ¿panfleto?

Belle de jour, 1966